- Marissa Galván
- Oct 27
- 7 min read
Este es el sermón predicados el 26 de octubre de 2025 en el Culto de la reforma del Caucus hispano del Sínodo del Noroeste
Romanos 12: 1-2
Así que, hermanos, les ruego por las misericordias de Dios que presenten sus cuerpos como sacrificio vivo, santo y agradable a Dios, que es el culto racional de ustedes. 2 No se conformen a este mundo; más bien, transfórmense por la renovación de su entendimiento de modo que comprueben cuál sea la voluntad de Dios, buena, agradable y perfecta.
Siendo reformada
Cuando me senté a pensar en este sermón, lo primero que me vino a la mente no fue la famosa canción de la Reforma, «Castillo fuerte». Fue otra canción… una canción sencilla que aprendí cuando era niña en la iglesia.
Decía así:
Siempre mejorando, siempre mejorando, siempre mejorando en el Señor… Siempre mejorando… siempre mejorando en el Señor.
Y pensé… ¿qué pasaría si la adaptamos para este día para que hable de la iglesia y dijera…?
Siendo reformada, siendo reformada,
Siendo reformada en el Señor…
Siendo reformada… siendo reformada en el Señor.
Cristo en mi vida es real.
Cristo en mi vida es real.
Cristo en mi vida es real.
Siendo reformada en el Señor.
Y es que eso es precisamente lo que celebramos en el Día de la Reforma.
Una iglesia reformada,
una iglesia que sigue siendo reformada por Dios
una iglesia que es guiada por el Espíritu,
siempre siendo transformada en Cristo.
¿Qué es lo que hay que reformar?
Pero hoy deseo añadir varias preguntas a esta afirmación: ¿Qué es lo que Dios quiere reformar? ¿Cuál es el propósito de esta reforma?
Porque en estos momentos vivimos en un mundo donde todo el mundo quiere reformar la iglesia con opiniones sobre cómo el cristianismo debe cambiar, lo que es la iglesia y sobre lo que las personas cristianas deben ser:
Escuchamos cosas como…
La iglesia tiene que ser más moderna.
Tiene que ser más tradicional.
Más abierta.
Más bíblica.
Más progresista.
·Mas conservadora.
·Más activa.
Más callada.
La iglesia debe meterse en la política.
La iglesia no debe meterse en la política.
La iglesia debe dar órdenes al estado
La iglesia debe estar separada del estado.
En medio de todas esas voces, ¿qué significa ser una iglesia reformada, siempre siendo reformada por Dios por medio de su Palabra?
En Romanos 12: 1-2 vemos a Pablo haciéndole una invitación imperativa a la iglesia. Hay algunas personas que piensan que este pasaje tiene que ver con ética cristiana, con pensar en lo que está bien o está mal en nuestra conducta de vida. Sin embargo, cuando la profesora Beverly Gaventa mira este pasaje, dice que este no se trata nada más de cambiar nuestra conducta. Dios nos ha liberado del pecado, nos ha colocado bajo el señorío de Cristo y nos ha llenado del Espíritu Santo. Esa transformación no es un logro personal que se da a través de nuestra conducta, sino que se ha dado a través de la gracia de Dios, de ese amor que es más grande de lo que podamos entender.
¿Cuál entonces es el resultado de esa transformación? La gratitud. Esa es la respuesta racional y adecuada ante la misericordia de Dios. Por eso es por lo que presentamos nuestros cuerpos como sacrificio vivo, santo y agradable a Dios. Por eso es que no nos conformamos a este mundo. Por eso es que buscamos hacer la voluntad de Dios. Porque la gracia que hemos recibido nos capacita para hacer el bien en gratitud por todo lo que hemos recibido.
En cierta manera entonces, podríamos decir que Martín Lutero, al leer Romanos y entender e interpretar esta gran verdad, comienza a hacer preguntas a la iglesia: ¿Cómo respondemos con gratitud a la gracia de Dios si la iglesia está pretendiendo vender esa gracia? Y él hace esta pregunta porque en su tiempo, la Iglesia vendía indulgencias que eran, de cierta forma, maneras de «comprar» el perdón, como si el sacrificio de Cristo no hubiese sido lo suficiente.
Ante esto, Lutero declaró que el sacrificio de Jesús sí era suficiente. La salvación es por gracia, mediante la fe. No por obras. No por dinero. No por méritos humanos.
En ese sentido podemos afirmar que la Reforma no fue solo una protesta, sino un intento de volver a la Palabra y de volver a la verdad del Evangelio. Lo mismo que movió a Pablo en Romanos, es lo que mueve a Lutero y es lo mismo que debe mover a la iglesia en estos momentos.
Debemos salir del enfoque de las obras al enfoque de la gracia.
Debemos salir del enfoque del esfuerzo al enfoque de la gratitud.
Debemos salir de la iglesia siempre reformándose a la iglesia siempre siendo reformada por la gracia de Dios.
Y nuestras vidas individuales y como comunidad de fe deben dar testimonio del impacto de la gracia y de la demostración de nuestra gratitud.
Pablo nos habla: no se conformen a este mundo, a este momento, a estas voces que pretenden decirnos cómo debemos ser y llevarnos lejos de lo que Jesús hizo y dijo. Es un lenguaje fuerte y casi apocalíptico. Sin embargo, hay urgencia. El tiempo es ahora. Y debemos seguir siendo reformados y haciendo ministerio que declare el impacto de la gracia en el mundo.
¿Cómo damos testimonio de ese impacto?
En el Libro de orden de la Iglesia Presbiteriana EE.UU.A., en la sección que nos habla de los fundamentos de la iglesia, hay dos secciones importantes. La primera nos habla de las marcas de la iglesia reformada. Esta nos dice que donde está Cristo, ahí está la verdadera iglesia y nos recuerda que, desde los tiempos de la Reforma, la comunidad cristiana ha mostrado la presencia de la verdadera iglesia de estas maneras:
En cualquier lugar que la Palabra de Dios es predicada y escuchada con verdad y los sacramentos son administrados correctamente.
En cualquier lugar en donde la disciplina eclesiástica es ministrada con rectitud.
Luego afirma que, en nuestro tiempo, la Iglesia es fiel y agradecida a la misión de Cristo cuando:
Proclama y escucha la Palabra de Dios.
Responde a la promesa de la nueva creación de Dios en Cristo e invita a todas las personas a participar en esa nueva creación.
Administra y recibe los sacramentos.
Da la bienvenida a quienes son parte del cuerpo de Cristo.
Da testimonio de la muerte y resurrección salvadora de Cristo.
·Anticipa el banquete celestial que está por venir.
Se compromete en el presente a la solidaridad con las poblaciones marginadas y hambrientas.
Fomenta a una comunidad de pacto del discipulado de Cristo, viviendo en la solidez de la promesa a Dios.
Se entrega al servicio de la misión de Dios.
Todas estas son marcas de lo que la iglesia hace en el mundo. Notemos que en estas marcas no está el hacer que todo el mundo se someta a las creencias de una iglesia en particular, ni dice que la iglesia apoyará a una persona particular como su jefe que no sea Cristo.
Luego, en la segunda sección, se presentan los grandes fines de la iglesia. Al leerlos, podríamos pensar que son una declaración de misión. Sin embargo, el Rev. Dr. Joseph Small nos recuerda que estos son como una guía a la reforma de la iglesia. Él dice que en «lugar de plantear una descripción idealizada de quienes somos, nos desafían al decirnos quienes hemos de ser». Son, él afirma, «como un correctivo necesario, un examen amplio que nos proporciona una manera fiel de examinar nuestra vida comunitaria». Nos hablan del impacto que deberíamos estar haciendo en el mundo como testimonio de nuestra gratitud por la gracia que hemos recibido.
¿Qué tienen que ver estos con las grandes afirmaciones de la Reforma?
La proclamación del evangelio para la salvación de la humanidad: Recibimos salvación solo por la fe, por la gracia de Dios, por medio de Jesucristo. La iglesia es reformada cuando vuelve a proclamar esta buena noticia sin distorsiones, sin añadidos, sin condiciones. No es nuestra decisión quién se salva o no. Ese no es nuestro trabajo. Nuestro trabajo es proclamar.
El amparo, educación, y confraternidad espiritual del pueblo de Dios: La Reforma rompe con la idea de que solo unas pocas personas podían acceder a la Biblia o ejercer el ministerio. Hoy este fin nos llama a formar una iglesia en donde toda persona sea discípula activa aprendiendo, acompañando, creciendo en familia en el camino de la fe.
El mantenimiento de la adoración divina: Las personas que participaron de la Reforma insistieron en que la adoración debe estar centrada en Dios, debe ser accesible para todo el pueblo de Dios y debe estar basada en la Palabra y no en tradiciones o condiciones humanas. Hoy la adoración sigue siendo reformada cuando la hacemos auténtica, participativa, inclusiva y contextualizada para que pueda seguir conectando al pueblo con Dios.
La preservación de la verdad: Preservar la verdad no es encerrarse en dogmas rígidos o excluir a personas que piensan o creen diferente, sino volver una y otra vez a la Escritura como nuestra fuente de discernimiento y no como fuente de exclusión. La iglesia es reformada cuando escucha la Palabra con corazón abierto y mente renovada.
La promoción de la justicia social: La Reforma no fue meramente un evento teológico. Fue también un momento profético que denuncio abusos de poder, desigualdades e injusticias. Hoy la iglesia sigue siendo reformada cuando nos comprometemos con la justicia, cuando somos voz en favor de las personas oprimidas y cuando luchamos por un mundo de justicia a la luz del evangelio.
La manifestación del reino de los cielos al mundo: La iglesia no existe para sí misma. No está aquí para sobrevivir o para mantenerse en el poder. Existe para ser muestra del Reino: del reino de amor, justicia, perdón y esperanza que Jesús anunció y encarnó. La iglesia sigue siendo reformada cuando vive como señal visible del Reino de Dios en el mundo.
Joseph Small llama a los grandes fines de la iglesia, los grandes desafíos de la iglesia porque desafían nuestras maneras habituales de pensar sobre la vida de la iglesia y sobre su fe y misión. Estos desafíos son tan imperativos como las palabras de Pablo en Romanos: ¡Manifiesten! ¡Promuevan! ¡Preserven! ¡Mantengan! ¡Amparen, eduquen, confraternicen! ¡Proclamen! En estos imperativos es que hallamos el propósito de la reforma de Dios para la iglesia. Son nuestro horizonte al hablar de transformación. Nos llaman a un amor más profundo a Dios y a nuestro prójimo que se manifiesta por medio de nuestra gratitud ante la gracia divina. Lo que dice la Escritura y que Lutero capturó nuevamente, sigue siendo nuestra guía. La gracia nos mueve a estos imperativos, no para ganarla, sino para vivirla… no para obtenerla, sino para agradecerla. Por eso la iglesia sigue cantando:
Siendo reformada, siendo reformada,
Siendo reformada en el Señor…
Siendo reformada… siendo reformada en el Señor.
Cristo en nuestra vida es real.
Cristo en nuestra vida es real.
Cristo en nuestra vida es real.
Siendo reformada en el Señor.





